Todos llevamos dentro un niño o una niña interior…
Cuando somos más felices sale afuera y nos contagia con su alegría y su risa.
Pero también aparece en nuestros momentos más bajos, cargado de miedos.
En el niño o niña interior, habitan cuatro grandes miedos:
- el miedo a perder
- el miedo a enfrentar
- el miedo a ser abandonado
- y el miedo a la muerte
Con el miedo a perder, el niño interior saca la coraza para tapar la inseguridad…. en este punto llega el orgullo, la soberbia, la impaciencia…
El miedo a enfrentar, en el papel de víctima, se disfraza de pudor, timidez, susceptibilidad, cobardía, indecisión…
El miedo a ser abandonado trae consigo los celos, la posesividad, la vanidad, la sobre protección, la baja autoestima, y la necesidad de manipular.
Y llegamos al miedo a la muerte… éste tiene muchas caretas: la desconfianza, la tacañería, los apegos, las fobias, la rebeldía…
A nuestro niño o niña interior, hay que darle mucho amor y saber escucharlo…
Puede darnos grandes pistas de lo que necesitamos sanar en nuestro pasado, para vivir plenamente nuestro futuro.
Vive tu vida como cuando eras un niño o una niña: déjate sorprender, aprende algo nuevo cada día, sigue mirando con asombro a tu alrededor y hazte preguntas…
Dedica cada día un ratito a tu niño o niña interior… pregúntale qué necesita para sentirse seguro y protegido, qué necesita para ser feliz… en su respuesta está tu camino de sanación, tu proceso de evolución…
Si consigues establecer una conexión duradera y profunda con tu niño o tu niña interior, conseguirás alcanzar tu
Rekilibrio