En algunas ocasiones, para sanar nuestras dolencias es necesario que antes empeoren. Y aunque en principio ésto pueda parecer incongruente, lo cierto es que hasta que no metemos el dedo en el enchufe, no aprendemos que puede darnos calambre…
Me gustaría ilustrar este argumento con mi propia experiencia:
Desde niña he padecido asma alérgico heredado; aunque eso no lo supe hasta que me fue diagnosticado con 16 años. Hasta ese momento tomé todo tipo de antibióticos para la bronquitis que, si bien terminaban con la infección, no conseguían eliminar la tos residual que no cesaba durante las 24 horas del día… después de una semana en la que nadie en mi casa podía dormir, el martirio terminaba con una pastilla de codeína, administraba por el médico de urgencia, que junto con el cansancio acumulado me dejaba durmiendo los siguientes 2 días. Al despertar la crisis y la tos habían remitido.
Como ya he comentado, con 16 años – ¡por fin! – me diagnosticaron asma alérgico que me provocaba crisis durante las infecciones respiratorias… entonces el ventolín pasó a ser mi compañero de viaje. A pesar de ello he llevado una vida casi normal, usando los broncodilatadores en contadas ocasiones y llevando el tratamiento adecuado durante los procesos infecciosos que se repetían cada año.
Con 31 me formé como naturópata y descubrí la magia de las plantas medicinales; a partir de ese momento, una fórmula magistral me mantenía libre de bronquitis: propóleo, equinácea y tomillo, mi combinación ideal para subir las defensas y evitar las infecciones. Entonces, tras 11 años sin crisis de asma, descubrí Reiki y comencé a trabajar mi sanación/evolución consciente a través de la energía. Como no podía ser de otra manera, el primer punto focal de mi trabajo fue mi asma.
Descubrir las verdaderas causas mentales/emocionales de mi enfermedad y enfrentarme a ellas no fue tarea fácil ni breve. Durante más de un año perdoné, lloré y liberé sin notar apenas diferencias en mi enfermedad y entonces, sin previo aviso, enfermé de bronquitis. Una semana después, con la saturación por los suelos, me ingresaron por neumonía.
Según subía la cuesta que llevaba a la entrada del hospital caí en la cuenta: ¡¡me iban a ingresar por neumonía en el mismo hospital donde un familiar murió de la misma enfermedad!!! Por supuesto, un familiar muy ligado a las causas de mi asma; es obvio que aun debía cambiar patrones erróneos y esa era la oportunidad perfecta para observarlos.
Una vez más me convenzo de que no existen las casualidades sino las causalidades y como ya hace tiempo que sustituí los ¿por qués? por ¿para qués?, durante los 14 meses que he necesitado para eliminar las secuelas físicas que la neumonía dejó en mis pulmones, me he dedicado por entero a mi propia sanación holística; y el Universo se ha encargado de proporcionarme los medios para poder realizarlo.
Si la curación ha sido completa es algo que sabré con el tiempo; lo que si se que es incalculable, ha sido la experiencia que esta neumonía inesperada ha aportado a mi proceso evolutivo.
En algunos casos, en lugar de enfermedades físicas recibes “golpes vitales” (pérdidas, cambios bruscos, descubrimientos inesperados, etc.) que, igualmente, ocurren para que seas capaz de enfrentarte a algún aspecto de tu sanación que requiere un “tratamiento de choque”. En algunos casos la persona puede desmoralizarse y perder la perspectiva pensando que “Reiki le ha destrozado la vida”:
- La energía no va a provocar nada que no tenga que ocurrir.
- Los miedos y bloqueos que nos impiden ser nosotros mismos ya están dentro de nosotros; el trabajo de evolución consciente sólo los saca a la luz. Y la razón para ello no es dañarte sino permitirte enfrentarte a ellos para superarlos y superarte.
No temas salir de tu zona de confort.
Busco mi propia verdad. Me convierto en mi propio Maestro. ☮
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Ser consciente ayuda en esta vida más de lo que podemos imaginar.